miércoles, 9 de marzo de 2016

#PutaTesis se irá en Bicicleta

Desde le 26 de agosto que no tocaba este bitácora. Bueno, en los borradores encontré un intento de entrada el 3 de noviembre, una mandanga sobre bodas, blogs y demás ponzoña que no merece la pena retomar.

Seguimos pariendo a #PutaTesis. No se me escandalicen los más puristas que así es como denominamos cariñosamente a esos pequeños fetos que durante cuatro años hemos albergado más en nuestras cabezas que en nuestro vientre, y que en la recta final se convierten en un huevo que hay que empollar para que finalmente, lo rompan a cañonazos cinco miembros de un tribunal. Algunas lo han descrito con una precisión inmejorable, propia de quién lo ha vivido en carnes. Y otros, hacemos lo que podemos intentando explicar al mundo que lo nuestro es un trabajo 24-7 y que en este punto, la cosa (y nosotros con ella) está que arde.

Para que la crisálida eclosione y pase de #PutaTesis a libro maquetado más o menos respetable, hay que pasar crestas y valles con la única compañía de Spotify. El sherpa (a la sazón el director de tesis) es un narrador omnisciente que maneja los hilos de tus crisis existenciales, de palabras y de obras, con la finura de un orfebre o con la bestialidad de un cirujano, según se mire. Tan pronto te premia con un congreso molón como con unas correcciones que convierten tus páginas en un estupendo papel para envolver pescado. Lo hace con cariño, que conste, y es la brújula para llegar a un puerto alto con unas vistas bonitas.

En fin, lo cierto es que la banda sonora durante los últimos cuatro años de este parto han sido Coldplay, Travis, Ludovico, Ennio, Frankie, Miles, y un largo etcétera de figuras que me cantaban al oído intentando animar esos días solitarios bajo el foco de una lámpara no tan simpática como el logo pizpireta de Pixar.


El camino para ser la futura Dra. Pera en la sección de frutería de Mercadona es arduo. A veces no se ve ni la luz del flexo, ni al final del túnel. Ya no hay vacaciones, findes o cafés eternos arreglando el mundo. Solo está ella, #PutaTesis. Pero en esta recta final con un desnivel del 20% y las condiciones meteorológicas a mi favor (la lluvia, la nieve y el viento huracanado tras el paso de los siete jinetes del apocalipsis invernal son aliados para mi) me ha picado Blaumunt gracias a Nacho. Quizá es el producto catalán que más merezca la pena, muy por encima del cava que, bajo mi punto de vista, está sobrevalorado. Y sus Bicicletas me recuerdan que aún nos queda el verano. Y esta vez será sin #PutaTesis en la cabeza ni en el corazón. ¡Oh si! Eso anima más que a Carmen de Mairena la cirugía estética.




Estas divagaciones llegan en el punto álgido de un capítulo donde siento que he aprendido algo nuevo, aunque no sé si muy novedoso. Creo que después de todo, acabaremos como en Amsterdam, no fumando un porrito de un metro, sino cruzando puentes de una orilla a otra. Del saber, al hacer. Este es un homenaje para todos aquellos compañeros que más pronto que tarde llevarán bajo el brazo los dos o tres kilos que pesa una tesis. Estamos en ese punto digamos que cremoso entre el hastío,  la ilusión, el medios asco y el no sé que, que qué se yo. Pero tranquilos,  muchos lo están haciendo ahora, aunque sinceramente creo que la hornada buena está por llegar. ¡ÁNIMOS!





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