viernes, 19 de junio de 2015

Centro María. Con B de barato (I)

Y entre idas y venidas, entrevistas, turismo, lecturas y escrituras, se me acabó el liquido de lentillas y tuve que abrir el nuevo. Y así, en este gesto tonto,  me di cuenta de que el tiempo corre que vuela; de que la maleta no está dando señales y de que la vida aquí gira como una turbina. 


Cada día tiene su afán y cada nuevo viaje de La Maleta de Flores tiene una entrada dedicada al lugar donde habito. En realidad esta vez serán dos capítulos para no alargar mucho la cosa. No puedo creer que ya hayan pasado 22 días desde que llegué y aún no os haya escrito semejante crónica. En realidad, creo que es la primera referencia que se escribe sobre este sitio en internet, porque os lo creáis o no, no tienen web ni nada que se le parezca (solo una referencia en la diócesis de Nueva York) y la página en Facebook que se la cree yo a las 15 horas de poner un pie en esta santa casa. True Story! La gestión se la han encargado a una residente de cara al curso que viene, veremos a ver en qué queda el desembarco 2.0.

Pues bien, me alojo en la Residencia Centro María que contiene 2B de una buena compra: buena en cuanto a la situación y barata respecto al precio, porque para lo que es Nueva York y Manhattan, es superbarata. Pero como diría Jack el destripador, vayamos por partes. Y no, no se me ha olvidado la B de Bonita, es que directamente no lo es. 
Como veis, está muy cerca del río Hudson y de Central Park.

La residencia está regentada por las monjas de María Inmaculada, orden fundada por una navarra: Santa Vicenta María (ya sabéis que Navarra exporta pimientos, espárragos y santos). El edificio se encuentra situado en el 539W de la calle 54, frente al edificio Mercedes. Hace unos 10 años está zona no era muy recomendable pero desde que Donald Trump se ha puesto a edificar en los alrededores, esta zona es el nuevo Chueca de Manhattan; porque amigos las avenidas 9 y 10 están plagaditas de locales gays de moda. Y no, no es más limpia que el resto de la ciudad y el aire no huele a Jean Paul Gaultier. Simplemente hay banderas del arcoiris y gays de la manita.  De hecho, la iglesia que lleva la pastoral homosexual de NYC está aquí al ladito. Pero eso lo dejo para otra entrada porque da para mucho. 









El edificio por fuera es más o menos monillo. Tiene 4 alturas y rompe un poco con la dinámica de edificios monstruoso de alrededor. Pero por dentro, ay amigos, por dentro es como volver a los 40 de Cuéntame. En favor de las monjas diré que hacen una gran labor para los pocos recursos que tienen. Es un edificio de la diócesis cuyo alquiler cuesta unos cuantos miles de dólares al mes y, en una zona, cuya venta podría reportar muchos millones de dólares, a una diócesis casi quebrada por las indemnizaciones  pagadas por los escándalos  de pederastia. (Esto lo dejo para otra entrada). De ahí que las monjas hagan mucho manteniendo el fuerte en pie y a un precio que no supera los 950$ al mes con desayuno y cena incluidos. 

En la entrada encontramos el cuadro de mandos, donde de 6:30 de la mañana hasta las 00:00 hay una persona que corta el paso a hombres y extraños, vigila quién entra y sale y evita que las amigas pasen de lo que nosotras llamamos "la sala del té". También está el tablón de asistencia, donde estamos todas las residentes en orden alfabético y con un imán señalamos si estamos dentro, fuera o si no dormimos aquí. Sistema rudimentario a la par que efectivo.  

He aquí el sistema de fichas. En ese tablero nos falta Ana
que ya partió para Costa Rica. ¡Pura vida! =(

La sala del té. Sé lo que estáis pensando...shhhh!

En la planta baja se encuentra el "basement" donde está la cocina, el comedor, el salón de actos, la lavandería, el vertedero y algunas habitaciones. Lo mejor de todo esto es el salón de actos, donde hay un piano de cola espectacular que tendrá lo menos 50-60 años, y aunque un poco desafinado, cumple las funciones. Como datos logísticos de interés os comento que no facilitan sábanas, toallas ni papel higiénico (¿Dónde esta Ada Colau cuando se la necesita? ¡Por el derecho universal al papel higiénico!). Los horarios son tempraneros: desayuno es de 06:45 a 07:45 y la cena de 18:00 a 19:00. Si no vas a poder llegar a cenar, siempre puedes dejar el tupper para que te lo rellenen. Esto es una buena cosa porque te da más margen. Aunque si no vas a cenar y desayunas rápido, es muy probable que no medies palabra con ninguno de los seres que aquí habitan. Los ritmos son frenéticos y dispares. La mayor parte de las residentes son bailarinas, pero también hay cantantes, estudiantes de máster, médicos y alguna doctoranda como yo. Que no nos echamos risas ni nada a cuenta de sus ratas y sus compañeras de laboratorio chinas (que efectivamente, trabajan como chinas). 

Pasillo...de hospital. 

Aquí el rooftop (igualito que el del MET) ;-)

Aquí la lavandería. Por el "módico" precio de 5$
puedes hacer la colada.

Salón de actos. Al fondo a la izquierda el piano. El fondo del
escenario es una cuestión aspiracional...


De verdad que la residencia está bien para los estándares neoyorkinos, me refiero a relación calidad-precio. Porque para que os hagáis una idea, en el edificio de enfrente pagan rentas de 3000$ al mes y más.  Lo malo de Centro María es que los materiales de los que está construida, conservan el calor de una manera bestial, al punto de que el suelo y los pomos de las puertas están calientes todo el día. Por la antigüedad del edificio pasan dos cosas: no se le puede incorporar un sistema de aire acondicionado y como las cañerías son del año de la Pepa, a veces el agua sale marrón... (no comments). 

En cuanto a las habitaciones hay individuales, dobles y triples. Cada planta tiene dos baños comunitarios y una especie de cocinilla con un fregadero, microondas y nevera. Por suerte en mi suite tengo nevera porque en la cocina de mi piso apareció hace unos días una rata, y yo con fauna radioactiva neoyorkina no quiero saber nada. Pero dejo para mañana la presentación oficial de mi suite. ¡Saluditos desde la ruidosa y siempre trepidante Gran Manzana!





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